Revista Tiempo de Paz 134 | EL ACCESO DE LAS MUJERES AL ESPACIO PÚBLICO

Número: 134
Periodo: Otoño 2019

 

Las mujeres han tenido a lo largo de la historia de los derechos humanos una posición secundaria en el espacio público.

Su ámbito, el que se les acordaba, era el espacio privado, en concreto la familia, de manera que su actividad, sus deseos y sus realizaciones quedaban bajo el control del varón que ostentaba el liderazgo familiar: padre, marido o hermano. La conquista de los derechos de la mujer, de sus derechos civiles y políticos no llegó con el reconocimiento de la igualdad, sino que tuvo que esperar mucho tiempo.

 

Como decía Bobbio en El tiempo de los derechos, cada derecho nace como puede y cuando puede. Pues bien si, como es sabido, el camino de los derechos humanos empieza a fines del siglo XVIII en la Ilustración y las revoluciones francesas y americana, lo que serían los derechos de la mujer tardarían todavía muchos años, hasta la segunda mitad del siglo XX, en comenzar a reclamarse en el plano normativo.

La igualdad real y efectiva es algo que sigue aún pendiente de realización en muchas dimensiones.

En este diagnóstico también hay que añadir que existe una variabilidad en función de los diferentes países. En todo caso, la construcción jurídica de los derechos exige no sólo un reconocimiento normativo, en este caso muy reciente, sino también una transformación de la cultura, lo cual que es mucho más complicado. En esta línea la mayor parte del mundo ha vivido en un entorno con altas dosis de machismo persistentes todavía hoy.

En países como España la conquista normativa de la igualdad de derechos y deberes entre hombres y mujeres es reciente. Tras unos primeros pasos en la Segunda República será la Constitución de 1978 la que abra una nueva era hacia la igualdad. Pero más allá del reconocimiento constitucional, eso exigía otras transformaciones normativas y de la realidad. Es decir, en las leyes ya no caben discriminaciones directas por razón de sexo, género y/o identidad sexual, pero sigue habiendo discriminaciones indirectas, o dicho de otra anera, que se observan en la realidad, pero cuyas causas no son sencillas de detectar y menos de abordar. Luchar a favor de la igualdad real y efectiva de hombres y mujeres exige no sólo establecerla en la Constitución y en las leyes sino también hacer un seguimiento de la realidad social que permita hacer políticas que remuevan los obstáculos que persisten en dicho camino.